7.03.2008

isla holbox 2

cuando este pasado invierno vi fotos de Holbox en una revista de viajes, lo que más me llamó la atención fue que es una poco conocida isla del caribe mexicano. ya me había atacado la comezón en la piel y las ansías de isla caribeña en la sangre y empezaba a medir, a pasos milimétricos, mi acercamiento a otra huidiza isla... pero antes, exprimiendo tiempo libre del que no hay, empecé este blog de cubanías y boberías varias que me sirve de puente y oxígeno mientras consumo lo cotidiano, efímero, lo complicado y hasta maravilloso del vivir siempre fuera "del juego", en el limbo de un exilio auxilio, entre patrias varias... suerte la mía, claro, de ser tan multi y tan variada...

con la curiosidad picada, empecé a investigar Holbox y aprendí que era una antigua isla de piratas... vaya, vaya, me dije, aquí tengo que ir yo, pirata caribeña al fin...
indagando me enteré que Pablo Milanés es dueño de uno de sus más lujosos hotelitos, Casa Sandra. claro, eso no me sorprendió mucho. ya se conoce la hipocresía de los comuñangas, cubiches y de otras partes: mucho blablababa sobre los pueblos oprimidos siempre ignorando el propio, mientras de otro lado veneran el comfort que da la fula capitalista. aún así, decidí ir a Holbox para recuperar algo de mi Caribe a través de México, país que me cuadra a las maravillas.

el viaje a la isla, que en realidad es una península cortada en tres "islas" por brazos de mar, es largo. una vez que se aterriza en Cancún, alabao, sáquenme de aquí, hay que o volar en avioneta, coger guagua lechera o taxi carísimo a la isla... a elegir, según tu bolsillo. mi administradora compañera y yo escogimos lo de la guagua para estar cerca de la gente, y de nuestros billeticos también por ser lo más económico, pero el viajecito dura casi cuatro horas y las nalgas agradecen la llegada a Chiquilá, pueblo puerto desde donde se coge un ferry hasta la isla. allí esperan, en ordenada fila, los taxis del lugar: carritos de golf pintados de amarillo...
tropical yellow cabs! en la isla, con sus calles de arena sin asfaltar, sólo permiten carros a sus residentes, pero no para traficar por el pueblo. todo el mundo anda, turistas incluidos, en constante movimiento y a toda hora, en motos, bicicletas y estos carritos que son guiados hasta por niños. algunos ni alcanzaban el pedal. todo muy en línea con la actitud suelta y relajada de la gente del lugar, donde se siente muy buena vibra. los residentes viven de manera sencilla, pero contentos con su prosperidad gracias al turismo, en su mayor parte europeo, ecológico y mexicano. ya empiezan a caer estadounidenses, pero durante mi visita, los alemanes y holandeses abundaban. la gente bromea que los únicos que trabajan en holbox son los que vienen de afuera, ya que los oriundos pescadores de la isla vendieron sus tierras frente al mar a los aún pequeños hotelitos varios y viven de la renta en modestas casas.
pero toda sonrisa esconde su lágrima... otros de los pescadores holboqueños que vendieron sus tierras frente al mar andan en litigio con nada más y menos que... la Coca-Cola de México, que dizque les hizo trampita en la compra, nos contó un taxista, lo que justifica la presencia cocacolense por todas partes...

fotos-texto © sonomataumo

dos guapos cubanos


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