4.17.2009

laVacheQuiquiRiquí

en el metro de la puerta del sol la vi por primera vez. me cegó el rojo, me atrajo la sonrisa. qué fabuloso, una vaca que reía, desbordante y alegre. nada que ver con matilde, la vaca lechera, tolón tolón... una desaforada mente infantil como la mía, con ojos cohibidos por la escasez y el racionamiento de un desquiciado comunismo tropical no alcanzaba a creer lo que veía... una vaca colorá y sonriente paría quesitos en miniatura en medio del metro madrileño. y hablaba francés, además. rápida y rumiante leí su nombre... fue, es y será laVacheQuiquiriquí, inventado al instante con los trabaletras que tanto me fascinan desde niña. para mí aquello era una vaca fina y educada, con sus cómicos aretes suspendidos de sus delicadas orejas vacunas... muuuu, pensaba, mirando glotona los quesitos, muchos quesitos por doquier. era el paraíso de un mundo nuevo de pronto, en el viejo mundo adonde habíamos idos a parar, indígenas indigentes repudiados por una revolución que nada nuevo trajo a aquel lejano nuevo mundo que nos viera nacer...

sólo llevaba unos días en madrid, observando angustiada cómo mis padres trataban de ubicarse sin apenas dinero, viviendo en una pensión de la carrera de san jerónimo llena de estudiantes "comunistas". en realidad, me diría el tiempo, eran jóvenes antifranquistas encandilados por los recientes acontecimientos sesentayocheros del mundo. por eso nos miraban con desprecio cada vez que nos veían, huidizos, caminar por los pasillos hacia el baño comunitario.
"ostias con estos cubanos... habéis abandonado el paraíso por esto, leches...", farfullaban fumando como adictos. mi padre se contenía, pero mi madre, sin falta, los mandaba a bañarse, porque sí que apestaban. y yo, asustada, sólo pensaba en la espléndida sonrisa de la vaca roja que me daba la bienvenida cada vez que bajábamos al calor del metro de la puerta del sol, camino al comedor de monjas. allí los cubanos exiliados podíamos almorzar por 10 pesetas... picadillo de cordero, con un tufito que perdura hasta el día de hoy. potaje de lentejas con papas. arroz ensopao. nos servían una cucharada de cada cosa. eso era todo. después, camino al metro otra vez, había que comprar una bolsa de patatas acabadas de freír, otras 5 pesetas, para matar el hambre que aún nos maltrataba la barriga.

la vaca sonriente me hacía feliz otra vez, en el viaje de regreso a la pensión. mirándola, rodeada de quesos, me parecía lo más hermoso que podía existir en el mundo. aún no los había probado, esos quesitos en miniatura y pasarían meses antes de que pudiera comprarlos. pero no importaba. la vaca que reía sin parar era mi consuelo, tan roja, femenina, saludable y sonriente. durante las dos semanas que vivimos en la pensión verla fue mi único consuelo. bajar al metro y saludarla en silencio, ella tan incrustada en su cartel publicitario, sus ojitos cerrados de la risa, pura felicidad en su bondad láctea. sin saberlo, fue la vacuna contra la inconsolable nostalgia infantil que me embargaba.

personnalité

con las guatacas paradas 5

en la calle/heard on the street: en "El rinconcito cubano", la única fonda cubana de la ciudad de los vientos donde vale la pena almorzar, el usual grupo de viejos retirados que allí llegan --nieve, llueva o relampaguee-- se pasan horas en una esquina, tomando café y hablando mierda.... ayer los oía discutir sobre las nuevas leyes de viajes sin restricciones --y total, terminaron en lo mismo... hablando del ése nuestro de todos los días:

viejo 1: na, ése no llega a fin de año, te lo digo yo...

viejo 2: sigue bobeando.... ése nos mata a todos...

viejo 3: chico, yo lo que quiero es que siga con el cáncer ese toda la vida ... que lo paren y lo sienten como un muñeco y le tiren fotos todo lo que quieran... y que cuando se vaya la visita que lo vuelvan a tirar en la cama y le vuelvan a poner todos los aparatos esos... y eso sí, mucha quimioterapia y bolsitas para cagar y todo... eso sí...

en eso entró por la puerta la loca guaguera que come allí a diario (gordito, pelo teñido de rubio con rayitos, gafas oscuras enormes, carterón, celular y bluetooth en la oreja), y dando palmadas de contento anunció muerto de risa:

"caballero, ¡ya tengo pasaje pa´cuba! mi marido me está esperando con las nalgas abiertas....

todos los viejos se levantaron de golpe y se fueron enfrente, a la barbería del boricua, a jugar dominó.