8.03.2009

espadachina de los mares del sur

era argentina y vendía perros calientes con chimichurri en la playa. entonces sólo era "la playa", nada de south beach, y estaba llena de marielitos, viejos judíos, colombianos y otros latinoamericanos recién llegados al paraíso falso del norte. muy pocos cubiresidentes de miami iban a la playa de miami beach en aquellos tiempos de narcoguerra abierta entre mar y arena. preferían el fanguito del farito. yo, eterna visitante de verano, me perdía en las calcinadas calles de la playa sin importarme que los edificios estuvieran despintados y abandonados, y que a la mayoría de la gente que me pasaba por al lado le faltaran los dientes, fueran jóvenes o viejos.

la argentina se sentaba en su carrito allá por la calle doce o trece. durante varios días la observé hacer yoga entre cliente y cliente desde el cafecito del hotel cardozo. la playa entonces era estrecha y se veía desde el cardozo, el primer hotelito deco en ser restaurado con terraza-café y todo antes del arrebato de remodelaciones que vino después. a veces la acompañaba una señora mayor. eran tiempos de juntas y militares allá en su tierra y ella y su "tía" tuvieron que irse, me contó luego. allá quería licenciarse en leyes y había sido miembro del equipo de esgrima de su país. aquí vendía hot dogs con chimichurri en la playa.

y eran deliciosos. tanto como ella, dorada por el sol, a la mirada fija de mis ojos ocultos tras gafas ray ban.   SIGUE