9.23.2013

reivindicación (redone)

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MÚSICA: Regresa a Chicago la nueva Orquesta Buena Vista Social Club


hace unos 15 años, a partir del fervor que causara la primera grabación de la agrupación musical Buena Vista Social Club (BVSC) y el celebrado documental de Win Wenders sobre ella, escribí un artículo para Tropel (publicación en español del Chicago de finales del siglo 20) sobre el fenómeno. lo titulé “la música de mi padre” porque sí, ver a tanto yuppie multirracial y multilingüe bailando “el cuarto de Tula”, Corona con limoncito en mano y echando pasillos improvisados, reivindicaba a mi padre, mi maestro musical y fanático de la maravilla musical que produjeran las grandes orquestas cubanas durante las décadas 1940-1950.

en su juventud fiestera, mi padre bailó con todas esas grandes orquestas en vivo: el Conjunto Casino de la Playa, La Sonora Matancera, la América, la Riverside, la Aragón, Arcaño y sus Maravillas, y hasta con la orquesta del gran Beny Moré. luego, en nuestro exilio español, donde había que contar cada peseta, recuerdo haberlo visto llorar al escuchar a un vendedor del Rastro madrileño tocar un disco de Beny Moré, sin él poder comprarlo porque ni dinero ni tocadiscos teníamos. más tarde, en su exilio chicaguense no tan fiestero, mi padre se levantaba cada domingo escuchando “su” música, despertando a todos en casa, quitando sin piedad mis discos de rock y de Serrat del tocadiscos Juliette ¡con casetera 8-track! que heredáramos de un pariente al llegar a Chicago. y así, al compás de “la engañadora”, “candela”, “siboney” y el chan-chaneo de “el carretero” amanecían mis domingos de adolescente. una y otra vez, él me lo repetía: “esta música es la gloria de Cuba, para el mundo entero”. yo no lo sabía entonces, pero era cierto y verlo “en acción” cuarenta años después del silencio impuesto a aquella música, supuestamente por inmoral y poco revolucionaria, la reivindicaba. y a mi padre lo hacía profeta. casi.

por eso el fenómeno del BVSC a partir del 1997 no me sorprendió. era hora. ¿acaso no era una profecía anunciada de mi padre, mi dios musical? casi todos los integrantes del grupo eran músicos que se formaron tocando en esta o aquella gran orquesta de los 40 o los 50, de pronto rescatados del olvido que habitaban por la casualidad, el buen oído de un músico cubano y otro extranjero, y la gran necesidad económica que casi todos ellos vivían en medio del “período especial en tiempos de paz”, así bautizado por el gobierno cubano al cesar la ayuda soviética a la isla tras los derrumbes políticos de la época. como muchos, me compré el CD y le regalé otro a mi padre. juntos vimos el documental de Wenders y disfruté oyéndole decir: “mira eso… Puntillita, cará” (refiriéndose a Manuel Licea, fallecido 2000) o cuando salió Pío Leiva (f. 2006) entre el grupo y mi padre se empezó a reír, diciendo: “coñó, mira qué viejo está el Cariñoso” por el título (“Cariñoso sí, mentiroso no”) de una canción que hizo famoso al joven Leiva. “ésos sí eran músicos”, decía “y los que faltan ahí, pa´qué contar”.

cierto, tan cierto, pensaba yo, ya devota de la música de mi padre. para que el BVSC brillara aún más de su merecido éxito faltaban en ese escenario muchas estrellas cubanas “olvidadas” o muertas en la espera de aquello que nunca llegó para ellos. reivindicación. y así, en medio de la euforia internacional, el BVSC abrió las puertas de la nueva industria cubana de “la música de los viejitos”, ya no tan inmoral ni antirrevolucionaria por ser imán turístico y gran fuente de ingreso para el empobrecido país. si lo dudan, pregunten a algún turista a Cuba cuántas veces tuvieron que escuchar el “chan-chan” y “el cuarto de Tula” durante su visita. por lo tanto, surgieron múltiples orquestas, agrupaciones todas con mezclas de músicos de “antes” y otros más jóvenes, para el consumo turístico en casa y en el circuito internacional, para las giras. esa fusión, en la mayoría de los casos, produjo grabaciones y presentaciones de innegable talento musical. otras, pues eso… digan no a la piratería.

y ahora, ya en pleno siglo 21 y fallecidos muchos de los integrantes originales, regresa a Chicago la nueva Orquesta Buena Vista Social Club. compuesta por algunos de los músicos originales, entre ellos la cantante Omara Portuondo, Eliades Ochoa y su sabrosa guitarra guajira, el Guajiro Mirabal en la trompeta y Barbarito Torres en el laúd, estos ya conocidos músicos contarán con el respaldo de talentosos jóvenes, entre ellos Roberto Fonseca, reconocido pianista de jazz afrocubano.

así que, como dirían por Pilsen, como que se me antoja. quiero ver qué trae entre clave y bongó este nuevo social club, qué magia produce la nueva fusión. la primera vez, su tumultuosa aceptación a nivel internacional reivindicó para mí el valor nunca en duda de la música de mi padre, con la que “torturó” cada domingo de mis años adolescentes. ya hace diez años que no veo en vivo al BSVC y esta vez regresaré al Symphony Center convencida de que es mi música también, y no solo por el canal de la genética. y precisamente por eso, porque es mía y me pertenece, me importa mucho cómo la proyectan, la usan, la mercantilizan. el domingo 29 de septiembre estaré en el Symphony Center a las 7 pm con oído crítico y afilado, receptiva y afín pero no predispuesta para el aplauso fácil ni patriotero. y sí, lo confieso, lo que más quiero es sentir la profunda “inmoralidad” de la música de mi padre a flor de piel, sacudiéndome de pies a cabeza en algún trance que me provoque una verdadera revolución. mental, corporal y social.    © om ulloa