10.05.2014

aLmar



y por fin llego al mar. no puedo entrar porque la llaga y el sol. el resquemor. y sólo quiero desvestirme y lanzarme al agua. sentir la corriente entre las piernas penetrarme. limpiarme toda la inmundicia que soy. cerrar los ojos y dormir. despertar ayer o mañana pero no hoy. porque siempre está lloviendo y la gente, mi gente, a mi alrededor habla, gesticula y no los entiendo. ay qué dicen. qué dicen absurdos entre tanto balbuceo. qué gritan y se escupen con tanta cizaña. y el olor a sangre que van dejando sus heridas entre mis dedos, ¿se los menciono? y voy manejando luego por estas calles. tan feas. perdida, no reconozco nada. cuántas veces este recorrido. y me paso. me detengo debajo de un framboyán. sombra y silencio, apenas un momento. 

ojalá fuera morado como aquel de varadero, pienso. y cierro los ojos. era yo una niña gordita con sandalias rusas huyéndole a la impuesta siesta. hermosa y traviesa, escapada a comprar un coquito acaramelado al negro que los vendía debajo del framboyán morado. en varadero y su arena blanca. yo feliz y hermosa, seria con espejuelitos. ligera y libre como una mariposa saboreando un coquito. con gula de vida. hambre y deseo en cada mordida. yo huída y perdida de todos. de ellos, mi gente, durmiendo la siesta. yo dueña de mis pasos, los-pasos-de-ulloa, pisando flores de framboyán caídas. flores muertas en una imagen tan viva. yo maravilla dulce de coco hasta llegar al mar. encontrada con su hermosura superior a la mía. yo una hermosa gordita libre con todaunavida debajo de mis sandalias rusas. qué ímpetu de azul clavado para siempre entre mis ojos, el mar. y los abro y estoy aquí, con un puñado de muerte en cada mano y el cielo nublado. y ellos, mi gente... ¿dónde están? los quiero ayudar, susurro, pero es otra lengua la que de mí se evapora en jerigonza y me miro y no tengo manos. y me miro otra vez pero no con mis ojos. de quién. y truena. y empieza a llover. otra vez. y lloro al compás de la lluvia, con furia, míasólomía, pero ¿con los ojos de quién, entonces, de quién?